Cierro los ojos envuelta en tu abrazo, donde tu aliento cálido me adormece tras el preludio de un fuego devorador.
Y siento que eres risa y melancolía, aventura y sosiego, travesura y cordura.
Tú que llegaste a mí de puntillas para convertirte en el engranaje de mi corazón.
Y me duermo acurrucada en tu cuerpo, al son de tu respiración que me transporta a sueños de tranquilidad alborotada y felicidad infinita.
Entonces despierto y te siento a mi lado con la única certeza de que te quiero.
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