Empezar a vivir en mitad de una vida,
como si hasta ahora los días sólo hubieran sido las piedras que he ido apartando en el camino.
Llegando a la cima que me permite contemplar la puesta de sol en el horizonte.
El amanecer me espera tras el cristal de tu ventana,
filtrando los rayos de un sol que llegan a mis ojos haciéndome consciente de tenerte a mi lado.
Cálido y envolvente.
Mientras el mundo se mueve ajeno a tanta dicha.
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